lunes, 1 de marzo de 2021

PUERTAS AL CAMPO

 


El pasado viernes 19 de febrero, la Guardia Civil encargada de la vigilancia en el puerto de Melilla descubrió nada menos que 41 personas de nacionalidades marroquíes y argelinas ocultos en contenedores, bateas, bolsas de plástico, etc, para intentar colarse clandestinamente en barcos con destino a los puertos de Málaga, Almería o Motril. Esto, a estas alturas, no sería noticia sin las grabaciones audiovisuales en las que se comprueba que, algunos de ellos, no habrían podido llegar vivos a la “tierra prometida” en los “escondites” mortales en los que se habían alojado: bolsas de cenizas tóxicas, contenedores de fragmentos de vidrio para su reciclaje, etc.

A la mayoría de estas personas el “viaje” les iba a salir muy caro, puesto que para colarse y camuflarse habrían tenido que hacer un derroche de energía y tiempo, más el tiempo de espera para que los contenedores fuesen embarcados, más la natural demora en las salidas, más siete horas de travesía, más la descarga, más la casi seguridad de que la mayoría de los supervivientes de este infernal viaje finalmente serían atrapados en los puertos de llegada. 

¿Qué les hace jugarse la salud y la vida de este modo? Descartada la posibilidad de que todas estas personas estén locos o sean imbéciles, solo nos queda la única posible razón sin más alternativas: LA DESESPERACIÓN.
Cabe preguntarse ¿Qué habremos hecho los países ricos para que el continente Africano, casi al completo, más un ingente número de pueblos, el llamado Tercer Mundo, esté en ese estado de desesperada ruina moral y económica?


Todos los seres humanos tenemos derecho a un lugar donde poder vivir. Los españoles sabemos de eso bastante, aunque algunos parecen que quieran olvidarlo. Hemos emigrado mucho, lo hicimos en los años cuarenta y cincuenta, y muchísimos de nuestros jóvenes lo hacen hoy día. A estos les deseamos que sean bien recibidos allá donde vayan, y, lo mismo, les deseamos a los que están llegando de sus infiernos particulares.

No tenemos bastantes fábricas de concertinas, alambres de espino, muros como el de Trumps, ni lanchas de vigilancia que puedan frenar a millones de desesperados; ni los mares y océanos son barreras suficientes para detener la avalancha de un flujo migratorio suicida como el que hemos provocado. Ni Trumps ha podido hacerlo ni el Frontex (la Agencia Europea de Fronteras) lo hará, incluso aunque continúe haciendo trampas e ilegalidades manifiestas como por las que está siendo investigado, como devoluciones en caliente y violaciones de derechos fundamentales.

Morvedre Acull y otras ONGs solidarias continuaremos en la medida de nuestras fuerzas y medios, en la tarea de atender a los que vayan llegando. Hacemos lo que podemos con los escasos medios de que disponemos. Por eso, además, consideramos urgente DENUNCIAR el crimen de lesa humanidad que significa mantener en el tiempo una situación tan inhumana como perversa. 

Morvedre Acull.  

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